miércoles, 25 de enero de 2012

CONTROVERTIR UNA MEDICIÓN O DE COMO LOS NÚMEROS NO ESTÁN MÁS CERCA DE LA VERDAD

Algunas de las entradas de este blog girarán en torno al tema de los conflictos socio-ambientales de la zona rural de Ciudad Bolívar, pues allí estoy desarrollando la investigación para mi trabajo de grado como sociólogo; en esta, quise concentrarme en el problema de las mediciones y las controversias que suscitan, analizando una específica, que tuvo lugar cuando se generó una alarma por presencia de mercurio en los acueductos de las veredas Mochuelo Alto y Bajo. Antes de pasar al caso concreto es importante plantear una pregunta: ¿son las mediciones más objetivas que otras tecnologías de investigación? Muchas personas piensan que sí, creen que los números de alguna forma son datos más sólidos, menos subjetivos que por ejemplo los obtenidos en entrevistas o por medio de análisis del discurso. Lo que intentaré mostrar es que en las mediciones, como en cualquier otra forma de indagación de la realidad, está en juego la movilización de intereses de actores enfrentados en luchas de poder, bien sea exclusivamente dentro del "campo científico" o en interacción con otros actores sociales.

El Espectador publicó una nota, el 21 de enero de 2011, donde se mostraban diferentes versiones sobre la presencia y/o posible origen del mercurio en las aguas de los acueductos veredales Asoporquera y  Aguascalientes; en esta nota opinaron diferentes actores relacionados con la zona, incluyendo expertos, funcionarios y habitantes de la comunidad. Por otra parte, el noticiero City TV entrevistó a algunos habitantes de la zona, como doña Miriam Páez, reconocida líder comunitaria de la vereda Mochuelo Alto, quien aseguró que “ellos no creían en la presencia del mercurio o que si existía era provocado por una acción intencional y sugirió que la comunidad aceptaría los resultados de estudios pero no los realizados por la Secretaría de Salud[1]”. Así pues, la presencia de mercurio, dictaminada mediante pruebas de laboratorio, fue cuestionada desde el inicio por los habitantes de la zona.

La versión experta-médicos, ingenieros químicos y ambientales- está basada en diferentes estudios realizados en la zona, por medio de muestreo del agua de los acueductos y del cabello, orina y sangre de los habitantes de la zona. Estos estudios fueron realizados por el Hospital Vista Hermosa I Nivel y la Secretaría de Salud. A pesar de que los estudios están en fase de elaboración, en entrevista realizada a algunos de los funcionarios del hospital, estos dijeron que en los muestreos de agua el mercurio aparece de forma intermitente, al igual que en sangre, cabello y orina; de tal forma, que los resultados en ambos casos no son concluyentes[2].

La comunidad por su parte, ofrece argumentos basados en otro tipo de experticia, más ligados a sus vivencias en la zona y a la experiencia adquirida en procesos de participación social[3]. Un argumento que apareció con frecuencia, lo expresó Doña Ester al decir que no creía en la presencia del mercurio, puesto que había tomado el agua del acueducto Veredal durante más de veinte años y no había sufrido ningún daño en su salud (este argumento fue compartido por las demás entrevistadas); Clemencia Melo dijo que en el agua no había mercurio y en caso de existir alguien lo habría puesto allí: actores con intereses particulares. La señora Arisnarda Camacho no descartaba la presencia de mercurio, pero compartía las sospechas frente a su origen y a las pruebas dadas por la Secretaría de Salud.

Sobre el papel de la ciencia para resolver controversias, especialmente a través de estudios realizados por instituciones acreditadas, los funcionarios del hospital muestran confianza en estos; proponen como solución a la controversia sobre la presencia de mercurio, realizar más estudios, pero que tengan mayor presupuesto asignado, para de esa forma llegar a una conclusión definitiva. Por otra parte, la comunidad también confía en la realización de estudios, pero pone en juego las relaciones de poder existentes en estos, al pedir que sean realizados por un actor que ellos consideren neutral (lo cual excluiría a la Secretaría de Salud). María Bernarda, de la vereda Pasquilla, aclaró en una entrevista[4] que la detección del mercurio se dio por que la comunidad de Mochuelo Alto solicitó a la CAR un análisis de las aguas del Acueducto Veredal Asoporquera, y los resultados mostraron rastros del metal en el nacedero que lo abastece.

Según Doña Bernarda, la CAR afirmó que el mercurio venía de las fincas de la zona, como consecuencia de la fumigación de los cultivos de papa, y la comunidad culpó a Doña Juana y contrató sus propios estudios(sobre este tema el Hospital Vista Hermosa ha dicho que los únicos laboratorios que pueden medir presencia de mercurio son los de la Universidad Nacional, la Secretaría de Salud o el Instituto Nacional de Salud, y que los demás estudios no tienen validez); también mencionó que la controversia generada por la supuesta presencia de mercurio, tenía que ver con la posibilidad de que la administración de los acueductos veredales le sea quitada a la comunidad; contó incluso que un político, un concejal, había dicho que era la EAAB(Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá) la que debía administrarlos. El riesgo, en este caso, no era únicamente el de la intoxicación por metales pesados, sino el de perder la autonomía en el manejo del agua. Sobre los estudios realizados en la zona, dijo que no eran concluyentes y todo se iba en estudios y más estudios y, afirmó, que el gobierno quería de entrada disculpar al relleno, lo cual solo incrementó el miedo de la comunidad a un posible desalojo, ocasionado por la compra de tierras por parte de la UAESP para ampliar Doña Juana; según su testimonio al menos a 15 familias de la zona rural les han comprado sus tierras con este fin[5].

Don Gabriel Díaz, líder comunitario que ha vivido casi toda su vida en la vereda Pasquilla y hoy se desempeña como Consejero de Participación Local, fue entrevistado el mismo día que Doña Bernarda[6]; sobre el tema del mercurio, empezó explicando las razones de la desconfianza que la comunidad sentía hacia los estudios científicos y los medios de comunicación, citando varios casos donde, a su juicio, se había suministrado información errónea a la opinión pública o se usaba la ciencia en contra de la comunidad. Los casos que mencionó fueron los siguientes: un estudio publicado en el periódico de la Universidad Nacional donde se afirmaba que Ciudad Bolívar estaba en riesgo por los fungicidas aplicados a los cultivos de papa, supuestamente en niveles más altos a los permitidos, pues para él esta información sería tendenciosa, al desconocer que en la zona la fumigación no sobrepasa los estándares, y que en la localidad de Sumapaz son mayores; el caso del uranio de las FARC que supuestamente estaba escondido en Ciudad Bolívar(y resultó ser una falsa alarma); el caso de un supuesto combate entre ejercito y guerrilla que los medios dijeron, estaba ocurriendo en la localidad, pero según Don Gabriel nunca tuvo lugar en la zona; el uso de la protección al medio ambiente en contra de la comunidad, a través de disposiciones que dicen que o bien ciertas zonas ya no son fértiles o que son territorios protegidos y por tanto no pueden ser usados; situación que para él, refleja un desconocimiento de la zona rural por parte de las instituciones, y además un intento para evitar el uso de las tierras por parte de la comunidad, y así poder expandir el relleno y las ladrilleras. Ofreció estos ejemplos para mostrar que no se puede confiar en la información dada por el gobierno, tanto a nivel nacional como distrital, pues según él estos “manipulan y maquillan, incluyendo los estudios”. Sobre el mercurio dijo que el problema era que le querían quitar a la comunidad la autonomía en el manejo de los acueductos, lo cual estaría relacionado incluso con intereses de empresas internacionales, que podrían querer hacer negocio con el agua.

Estas entrevistas muestran que en las mediciones, en este caso de la presencia de mercurio en el agua de un acueducto veredal, hay más en juego que la puesta en marcha de un mecanismo tecnológico para rastrear un metal pesado y cuantificar su presencia. No digo que no exista el mercurio ni mucho menos que no pueda ser medido; no es el estatus ontológico de los metales pesados lo que está en cuestión, sino la construcción del riesgo, a través de mediciones, que se usan para justificar decisiones de política pública, que deberían ser producto del debate público, abierto y democrático, tales como si la comunidad debe o no administrar los acueductos de la zona. Con los estudios científicos ocurre algo interesante, que ya señalaba antes: se da un ciclo de estudios nunca completamente concluyentes, que requieren más estudios confirmatorios, que por supuesto nunca terminan de cerrar las controversias. En estas controversias sin clausura posible mediante mediciones, el cierre de las mismas puede darse por medio de la intervención de uno de los actores sociales involucrados, para cerrarlas de una forma externa al laboratorio. En el caso de la zona rural de Ciudad Bolívar, los intentos de cooptación de la comunidad, por parte de instituciones públicas y privadas(Relleno Doña Juana) a través de diferentes tipos de prevendas y las acciones de movilización social de la comunidad(acciones legales y de hecho), son dos de las formas más comunes de clausura de controversias científicas.
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* Parte de los argumentos esbozados aquí han aparecido en un artículo publicado en la Revista Historik y han sido presentados como trabajos de asignaturas en la Universidad Nacional, pero considero importante que sean conocidos por más personas, a través de medios como este.

[1]http://www.citytv.com.co/videos/304730/dudas-en-los-habitantes-de-mochuelo-alto-sobre-contaminacion-del-agua  y  http://www.elespectador.com/impreso/bogota/articulo-246493-tras-los-pasos-del-mercurio

[2]  Entrevista realizada el 19 de mayo en la sede administrativa del Hospital Vista Hermosa a Rosa Tulia Quintero (trabajadora social), Clara Soler Guerrero (ingeniera ambiental), Eduardo Castillo (ingeniero químico) y Martha Lucía Díaz (trabajadora social)”.

[3] Entrevista realizada el 20 de mayo en la casa de la líder comunitaria Arisnarda Camacho, en la zona rural de Ciudad Bolívar, vereda de Mochuelo Bajo” en la cual participaron además las señoras Ester Sánchez, Clemencia Melo y María Mendivelso.

[4] Entrevista realizada en la vereda Pasquilla a María Bernarda, propietaria de una finca en la zona y además funcionaria del Hospital Vista Hermosa, el día 09 de noviembre de 2011.

[5] Una información recurrente en las entrevistas es que les obligan a vender: el Relleno les dice que acepten el dinero o no les van a comprar, que si no reciben el dinero se los consignan en una cuenta y retiren el dinero o no, el asunto queda arreglado.

[6] Entrevista realizada en la vereda Pasquilla a Gabriel Díaz, líder comunitario, el día 09 de noviembre de 2011.



martes, 10 de enero de 2012

Doña Juana: poder y nominación

En una entrevista realizada en el Hospital Vista Hermosa a algunos de sus funcionarios[1] a inicios del 2011, pregunté la opinión sobre algún asunto relacionado con Doña Juana, pero en lugar de decir “relleno sanitario” dije “basurero”, en parte por descuido en parte como forma de provocación. El resultado fue la inmediata corrección por parte del ingeniero químico Eduardo Castillo, funcionario del área de medio ambiente, quien procedió a explicar que la diferencia entre basurero y relleno consistía en que este último implicaba una disposición técnica de las basuras, mientras en el primer caso estas solamente se arrojaban al aire libre. Después, en una entrevista realizada en la casa de Arisnarda Camacho, líder comunitaria de la vereda Mochuelo Bajo[2], toqué el tema del nombre que se le da a Doña Juana, preguntando específicamente sobre las charlas de sensibilización realizadas por funcionarios del Hospital Vista Hermosa, para explicarles la diferencia entre relleno sanitario y no basurero. Doña Arisnarda dijo que ellos -la comunidad- habían asistido a las sensibilizaciones, por lo general realizadas en la Mesa de Participación Social y Comunitaria[3] y que entendían la diferencia, pero que para ellos Doña Juana era sencillamente un “basurero”, es decir, un montón de basura que huele mal. En otras ocasiones lo llaman simplemente “la Juana”, como forma despectiva de nombrar lo que los amenaza. Doña Arisnarda al hablar de ese lugar y su nombre, señalaba desde la terraza de su casa el Parque Minero Industrial a su izquierda y el Relleno a su derecha, y decía: “estamos cercados”. Esto recuerda el interesante trabajo de Wyne ¿Pueden las Ovejas pastar seguras? donde se asegura que los lugares que generan rechazo y a la vez dependencia en las comunidades, tal como ocurre con Doña Juana, terminan convertidos en lugares "espectrales", es decir, vistos como entes aterrorizantes, que es necesario combatir o aceptar con resignación, rencor y miedo. Esa sensación fue la que me transmitieron las palabras de la líder entrevistada.

En otra entrevista, que hice el 19 de mayo de 2011, les pregunté a los funcionarios del Hospital por qué creían que las personas de la comunidad llaman “basurero” a Doña Juana, a lo cual dijeron que era para expresar su insatisfacción con su presencia en la zona, ya que lo sienten como una amenaza a su salud, a sus tierras, y lo ven como un invasor que incluso los ha obligado a cambiar su estilo de vida, convirtiendo por ejemplo, zonas que eran rurales en urbanas; los funcionarios del hospital también ligan la denominación "basurero" a la presencia de grupos políticos, que según ellos, usan a Doña Juana para hacer politiquería. Es interesante recordar que mientras el basurero es simplemente un sitio donde se arrojan basuras, sin ningún tipo de manejo técnico, el relleno es definido de la siguiente manera: “Un relleno sanitario es una técnica de eliminación de los rellenos sólidos mediante su enterramiento, cumpliendo ciertas normas exigidas por la ingeniería sanitaria. Evitando los malos olores, la presencia de moscas, roedores y gallinazos, mejorando así las condiciones de salud, seguridad pública y medio ambiente tanto durante su operación, como después de terminado el relleno[4]”. Personalmente creo que el debate sobre la denominación de Doña Juana no puede reducirse a un problema de “sensibilización[5]”, a la intención de divulgar entre un público al que se considera inculto una serie de “verdades” científicas, pues como he podido ver en la zona, más que desconocimiento sobre la versión científica de los hechos, lo que existe es un cuestionamiento y rechazo de esta. De cierta forma, para los habitantes de las veredas Mochuelo Alto y Bajo, Doña Juana no cumple con las características de un Relleno Sanitario, y por tanto no se le puede llamar de esa manera.

Esto nos lleva a otros debates, como los efectos de Doña Juana en la salud humana y la agricultura, pues contrastando con la definición citada la comunidad lo considera fuente de malos olores, moscas y vectores de enfermedades(a través de caninos, roedores, aves y las mismas personas que trabajan en el relleno, bien sea como empleados o como recicladores); así mismo, existe otro dato interesante para el debate, que encontré en el portal de internet “cierraelbasurero[6]”, el cual reprodujo la cronología del paro realizado por la comunidad en el año 2005, cuyo inicio se dio por causa de la “resolución 1045 del 2003 del Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo que ordenó el cierre de los basureros a cielo abierto en el país, desde ayer[7]”. Analizando la situación que originó el paro, puede verse que si bien el gobierno diferencia "relleno" de "basurero", decretando incluso la prohibición de estos últimos, para la comunidad Doña Juana, está al mismo nivel de Mondoñedo(basurero ubicado a las afueras de Bogotá y actualmente clausurado) y otros basureros cuyo cierre fue ordenado por el gobierno; el problema, en ese momento, fue que por la clausura de algunos basureros de Cundinamarca, más de 600 toneladas diarias de basura adicionales iban a ser llevadas a Doña Juana, lo que a juicio de la comunidad solo contribuiría a deteriorar sus condiciones de vida.

Más que un problema que puedan resolver los científicos mediante "sensibilizaciones", se trata de una lucha de poder, que toma forma en el proceso de nominación de un lugar específico: doña Juana. No existen, por lo menos desde la posición epistemológica que se asume en los ESC, criterios para definir quien tiene razón, pero si para afirmar que existen en esta controversia, y en otras que tienen lugar en la zona, debates que superan lo técnico e involucran lo político. En este caso, el debate sobre la denominación del lugar, remite a otros debates como el del cierre y traslado de Doña Juana, que los habitantes de la zona rural de Ciudad Bolívar piden desde hace años. Me complace, en ese sentido, oír las intenciones del nuevo director de la UAESP; solo diría que para empezar, antes de decidir cualquier cosa, la alcaldía debería hacer las cosas al derecho e ir a hablar primero con la comunidad de la zona rural, tomándose en serio lo que dice la gente.


[1] Soto Triana J, Marín Osorio E, Aguilar Torres E. 2011. Riesgo y Experticia en la Controversia sobre la Presencia de Mercurio en las Fuentes Hídricas en la Zona Rural de Ciudad Bolívar (Mochuelo Alto y Bajo). En: Revista Historik, Vol. 2 - N°3 julio-octubre de 2011 Ciencia y tecnología. Usos y construcciones del discurso.

[2] Ibíd., pp. 4. Apartes de la “Entrevista realizada el 20 de mayo en la casa de la líder comunitaria Arisnarda Camacho, en la zona rural de Ciudad Bolívar, vereda de Mochuelo Bajo” en la cual participaron además las señoras Ester Sánchez, Clemencia Melo y María Mendivelso.

[3] Dicha mesa integra a la Asociación de Usuarios y al COPACO.

[4] Makyu Ávila, Joseph. 1998. Doña Juana. Un desastre de basuras. En: Revista de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Militar Nueva Granada.

[5] Que es como llaman los funcionarios del hospital a las campañas de divulgación que realizan.

[6] Este portal se creó por organizaciones que apoyaban las acciones de la comunidad de Mochuelo Alto y Bajo.

[7] http://www.cierraelbasurero.8m.com/nota_0003_noticia_basura_region.htm
El paro tenía como fin evitar la llegada de más de 600 toneladas de basura desde varios municipios de Cundinamarca, afectados por la disposición de cierre de los basureros.